Es una de las preguntas más comunes —y profundas— que se hace mucha gente al acercarse a la fe: “Si todo tiene un creador, ¿quién creó a Dios?”. Desde la visión cristiana, esta duda tiene una respuesta clara, basada en la teología, la razón y la Revelación.
Dios no fue creado: es eterno
La fe cristiana enseña que Dios no fue creado por nadie ni por nada. Él existe desde siempre. No tiene principio ni fin. Es, como se revela en la Biblia, el “Yo Soy” (Éxodo 3,14), el que existe por sí mismo, sin depender de nada ni de nadie.
Todo lo que conocemos tiene un inicio: el universo, los seres humanos, los animales, el tiempo… pero Dios está fuera del tiempo. Él lo creó. Y por eso, no necesita haber sido creado: es el origen de todo.
¿No es eso una contradicción?
Puede parecer difícil de entender, porque nuestra experiencia está basada en causas y efectos. Todo tiene un origen. Pero los filósofos y teólogos explican que no puede haber una cadena infinita de causas: en algún punto debe haber una causa primera que no haya sido causada. Esa causa es Dios.
Lejos de ser una contradicción, es una necesidad lógica: algo eterno debe haber existido siempre para que todo lo demás pudiera comenzar a existir.
La Biblia y la eternidad de Dios
La Sagrada Escritura lo afirma con claridad:
- “Antes que nacieran los montes y que crearas la tierra y el mundo, desde siempre y por siempre, tú eres Dios.” (Salmo 90,2)
- “Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin.” (Apocalipsis 21,6)
- “En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios.” (Juan 1,1)
Estos versículos muestran cómo la fe cristiana afirma que Dios no tiene un origen en el tiempo. Él es eterno, infinito, inmutable.
¿Por qué esto importa?
Comprender —aunque sea parcialmente— que Dios no fue creado nos ayuda a entender la grandeza y la profundidad de nuestra fe. Nos recuerda que estamos llamados a confiar en un Ser eterno, sabio y amoroso, que sostiene todo cuanto existe.
La pregunta “¿Quién creó a Dios?” parte de una lógica humana válida, pero encuentra su respuesta al mirar más allá de lo visible. Según la fe cristiana, Dios no fue creado: es el Creador eterno, fuente de todo lo que existe. Creer en Él es confiar en el fundamento último del ser y del amor.
